Y AHORA ITALIA

Vaya por delante que no me gustó nada el primer tiempo. Nos vi con las ideas confusas cuando tenemos el sistema de juego más claro el mundo y nos vi, físicamente y, como diría Chiquito de la Calzada, moralmente, justitos. Si sumas esto a la humedad de Brasil y a los 11 nigerianos corriendo por el campo como si no hubiese un mañana ves el dibujo del partido, un encuentro en el que la balanza de la posesión se equilibró de forma sorprendente en el primer tiempo (ESP 54% – NIG 46%), dado el nivel de “sobeteo” al que nos tiene acostumbrados nuestra selección. Nigeria parecía un equipo inglés, tocaba muy rápido y enseguida se plantaba delante de Valdés sin casi pasar por el centro el campo, por unos momentos me recordó al Chelsea o a cualquier equipo de Mourinho. Menos mal que los nigerianos no son un prodigio de técnica y fallaron todas las que tuvieron (Algunas escandalosas), y las que no fallaron las paró un Valdés inmenso que sigue dando alegrías a los fans de La Roja y tristezas a los culés, que ven cómo se les va el mejor portero que han tenido en los últimos años. Decidme una selección que pueda jugar tres partidos de alta competición oficial cada uno con un portero diferente y todos con un nivel tan alto. Pues eso, muy bien manejados los tiempos por Don Vicente que suma y sigue.

Tampoco me gustó que Soldado tirase tanto al muñeco… ¡Eso no se hace hombre! Esas jugadas tan claras en una Copa internacional, no se deben perdonar porque te pueden pasar factura. Y, que conste en acta, a mí, pro-Brasil 100%, me hizo poca gracia que ahora el público brasileño se dedique a abuchearnos y a aliarse con cualquier selección contra la que juguemos… ¿Qué pasa que les fastidia que ahora nosotros hagamos su “jogo bonito”? La culpa no es nuestra sino suya por abandonarlo, así que los abucheos deberían ir dirigidos hacia otro lado, pero yo sé lo qué pasa, ya lo viví en la Copa del Mundo de Sudáfrica que disfruté, gracias a Dios, desde tierras brasileiras. Los brasileños saben perfectamente que la selección que les discute el dominio mundial es, sobre todo, la nuestra, así que somos sus enemigos, por eso intentan debilitarnos con lo que sea. Sin embargo Brasil ha dado en un hueso duro de roer, esos jugadores que saltan al campo juegan en las mejores ligas del mundo y tienen el culo “pelao” de soportar abucheos, situaciones de presión y malos ambientes (Sino que le pregunten a Íker). Espero y deseo que si llegamos a la final, con permiso de Italia, sus abucheos se tornen en aplausos con la magia de Iniesta, Xavi, Jordi Alba y compañía.

La clave, tras una primera parte más densa que un informativo de Intereconomía, estuvo en el descanso. Nos vino tan bien ese parón como un litro de sangría a un guiri sediento en pleno mes de agosto, nos dio tiempo a aclararnos las ideas, tomar nuestras bebidas isotónicas y salir a morder a Nigeria que, dicho sea de paso, ya estaba un poquito cansada. La salvación llegó tras los cambios. Cesc, que estaba con el diodeno suelto, dio entrada al glorioso Silva, y Soldado, mal hoy, dejo paso al crack entre cracks Fernando Torres. La sanación de La Roja se produjo en un abrir y cerrar de ojos: Pedro se coló por su banda, centró desde la izquierda y Torres la clavó en la red con un cabezazo digno de los mejores nueves (Nuevo mensajito para todos sus detractores y ya van…). El Niño ya se ha hecho hombre y suma cinco goles en la Confederaciones, que venga otro delantero y le iguale.

España se colocó en su sitio con este testarazo y Nigeria recordó que estaba jugando contra la mejor selección del mundo. Así que todo comenzó a volver a la normalidad y las estrellas de La Roja volvieron a brillar como acostumbran. Iniesta, ese llanero solitario que realiza regates de dibujos animados, hizo que los brasileños se olvidasen de abuchearnos y tirasen flores en forma de piropos al campo, toda resistencia era inútil. El resto de genios bajitos volvieron a despertar y la moto GP de la selección, Jordi Alba, consiguió el tercero tras un pase magistral de Villa desde la zona defensiva española. Fin de la historia. Nigeria solo era poderío físico y un espejo en el que ver reflejados nuestros miedos. Pasada esta prueba nos queda Italia para llegar a la final. Siempre Italia, ahora desdibujada por ese 4-2 ante Brasil, pero con ese prestigio histórico intacto que nos hará degustar un partido entretenido y lleno de emociones. ¡Viva la Confederaciones!